Jul 13, 2023
Cómo los vertederos mexicanos se convierten en pandilleros
El consumismo, la expansión urbana y un estilo de vida acelerado dan como resultado el aumento
El consumismo, la expansión urbana y un estilo de vida acelerado dan como resultado el uso cada vez mayor de productos de un solo uso que se desechan de inmediato. Los compradores normalmente no consideran las consecuencias sociales y ambientales.
Esta tendencia es obvia en México. El país genera alrededor de 120.000 toneladas de residuos todos los días. Eso es un promedio de 0,95 kilogramos por persona. Según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en principio no se podría recuperar ni reutilizar el 31 %.
Sin embargo, la infraestructura formal de México no es lo suficientemente sólida para manejar los desechos de manera adecuada. El país cuenta con 47 plantas de tratamiento de residuos que están ubicadas en 43 municipios de 15 estados. La idea es que su personal separe y seleccione los residuos. Sin embargo, incluso estas plantas solo recuperan un poco más del siete por ciento de la basura que manejan como comercializable. Eso, al menos, es lo que afirmaron la SEMARNAT y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) en un estudio conjunto de 2020, en el que evaluaron el estado de la gestión integral de residuos.
Los plásticos son de particular preocupación. La SEMARNAT calcula que por persona se tiran alrededor de 50 kilogramos de plásticos al año y que el país consume 6.000 toneladas de plásticos de un solo uso.
Sin embargo, es difícil saber cuán precisas son las cifras oficiales. Si bien México cuenta con un marco regulatorio e instrumentos de política pública para la gestión integral de residuos, las autoridades reconocen que esto es insuficiente. El Programa Nacional para la Prevención y Gestión de Residuos ha reconocido que no cuenta con una infraestructura adecuada ni mecanismos de fiscalización efectivos.
Además de las dificultades, el sistema formal de gestión de residuos está fragmentado a lo largo de las fronteras estatales y municipales. En términos generales, las áreas rurales y los pueblos pequeños están en desventaja, sobre todo porque carecen de dinero para inversiones importantes y operaciones municipales bien organizadas.
En este escenario, el sector informal juega un papel decisivo y no lleva registros. Por definición, los negocios informales operan sin mucha regulación o supervisión gubernamental. En consecuencia, no existe una cuantificación sistemática de cuántos residuos se reciclan realmente.
No sólo se desconocen las cifras reales de reciclaje. También lo es el número de personas involucradas en la gestión informal de residuos. Según el estudio SEMARNAT/INECC, entre 500.000 y 2 millones de personas están involucradas. Lo que se sabe es que, en la base de la pirámide, familias enteras dependen del trabajo peligroso. Muchos de los basureros siguen siendo extremadamente pobres.
La gestión informal de residuos es un sistema complejo que incluye recolectores de residuos urbanos, trabajadores voluntarios, chatarreros y basureros. El sistema informal recicla las materias primas y las vende a las empresas. Individuales y grupales extraen papel, cartón, plástico y metales de los residuos sólidos urbanos.
Una molestia irritante, aunque menor, es que algunas personas, que buscan artículos valiosos en la basura doméstica, abren bolsas de basura y tiran lo que no pueden usar en la vía pública. Sin embargo, tal basura puede conducir a riesgos para la salud, aunque otras malas prácticas son ciertamente más dañinas.
Por ejemplo, la recuperación informal de metales de equipos electrónicos y eléctricos a menudo genera una contaminación peligrosa. Las personas queman partes de equipos sin entender las consecuencias químicas, como lo ha señalado el Programa Nacional para la Prevención y Gestión de Residuos de Manejo Especial 2022-2024. Este tipo de contaminación pone en riesgo la salud humana y provoca daños en los ecosistemas. Obviamente, las personas pobres que realizan este tipo de trabajo están especialmente expuestas a los peligros.
El mercado del reciclaje y sus cadenas de valor son muy amplios, por lo que circula mucho dinero en el sector informal. Las bandas del crimen organizado tienen el control y la corrupción es muy importante. Este es un fenómeno común cuando las actividades comerciales tienen lugar en mercados negros y grises. Donde el estado de derecho apenas se aplica, otras fuerzas dominan.
Los cárteles deciden quién consigue trabajo en la gestión informal de residuos. Por ejemplo, controlan quién tiene acceso a los vertederos. Una consecuencia es que las personas que dependen de la clasificación y recolección de artículos en los vertederos están completamente a su merced. Otra es que solo hay opciones limitadas para monitorear lo que sucede en los basureros.
Esta información, por supuesto, podría ayudar a mejorar las condiciones de trabajo. La pura verdad es que miles de familias se esclavizan en condiciones peligrosas y clandestinas en los vertederos mexicanos. El trabajo infantil es común. Es una práctica arraigada culturalmente, con hijos acompañando a sus madres y contribuyendo al ingreso familiar.
Históricamente, la nación le ha fallado a la gente en los peldaños más bajos de las cadenas de valor de los desechos. Son desfavorecidos y vulnerables, obligados a vivir en la precariedad. Por lo general, son personas que han estado marginadas en los mercados laborales formales durante décadas. Muchos tienen un historial de migración desde áreas rurales pobres. Algunos son hijos de carroñeros y nacieron en un vertedero.
Existen iniciativas gubernamentales para mejorar las cosas, y las organizaciones de la sociedad civil también están activas en este campo. Se están logrando algunos avances, pero hasta ahora siguen siendo demasiado lentos. Los intereses creados que se oponen al cambio son solo una parte del problema. El gran desafío es que no se trata simplemente de cambiar las prácticas de gestión de residuos. También es necesario generar menos residuos y hacer que los residuos restantes sean más reutilizables.
Para que el cambio resulte sostenible, debe ir acompañado de una amplia participación. Toda la sociedad debe estar involucrada. México necesita un enfoque integral orientado a compartir la responsabilidad entre las autoridades municipales, las agencias estatales, la empresa privada, las organizaciones de la sociedad civil y los consumidores en general.
Pamela Cruzes coordinadora de proyectos de Comunalia, la alianza de fundaciones comunitarias en México, y asesora estratégica de MY World México, una empresa social a nivel nacional que promueve el desarrollo sustentable y la cooperació[email protected]
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Pamela Cruz